Esta es la denominación popular de un conjunto formado por varios sepulcros excavados en la roca y dos posibles eremitorios rupestres situados en un altozano dominando el camino que conduce de Valderrama a Frías. Al sur de Valderrama, en el Alto de San Andrés, se conservan también algunos indicios de otro eremitorio rodeado de sepulcros muy similares a los anteriores y a tantos otros existentes en el Valle de Tobalina.

La expansión religiosa estimulada desde el cercano obispado de Valpuesta fue un factor de gran importancia en la sedentarización y en la creación de nuevos asentamientos poblacionales en su área de influencia. De esta manera surgieron pequeños núcleos asociados a eremitorios rupestres que evolucionaron posteriormente para convertirse en humildes monasterios, en muchos casos familiares.

En el entorno de Valderrama consta la existencia de al menos tres pequeños monasterios de este tipo. El de San Andrés debió de ser poco más que un humilde eremitorio situado en el alto del mismo nombre. El de San Ginés, situado al sur de Valderrama, estuvo vinculado al monasterio de Cillaperlata y por tanto al de Oña. En cuanto al monasterio de San Cosme y San Damián, mencionado en varios documentos del siglo IX, parece ser que ya existía cuando su iglesia fue restaurada por el obispo Juan de Valpuesta a comienzos del siglo IX.